¿Cuántas veces has escuchado que una mujer feminista «no debería» saber cocinar porque es un rol impuesto? Spoiler alert: that’s nonsense. Cocinar no es una cuestión de género, es una life skill básica que todo el mundo debería tener. Let’s break the myth.
«Wait, pero si eres feminista, ¿por qué te gusta cocinar?»
La primera vez que escuché esa frase, casi se me cae la cuchara de la mano. Estaba en la cocina preparando un estofado (delicioso, btw) cuando una amiga me soltó: «Yo pensaba que las feministas no cocinaban». I was like… girl, what?
Ese comentario resume un estereotipo gigante sobre el feminismo y la cocina. Se ha creado la idea de que, si te gusta cocinar, estás «traicionando» la lucha. Pero esta es la cuestión: meterte en la cocina no es opresión, es una herramienta de independencia. Como dice un artículo de El País:
«Cocinar no es un rol de género, sino una habilidad humana esencial».
De la opresión al poderío
Sí, la cocina fue históricamente impuesta a las mujeres. The kitchen was not a choice, it was a duty. Pero el problema nunca fue cocinar, sino la falta de opciones. Hoy, si una mujer elige cocinar porque le gusta, es un acto de autonomía, no una sumisión.
En 1886, las sufragistas en EE.UU. publicaron The Woman Suffrage Cook Book, un libro de recetas que también promovía el voto femenino. Era un mensaje claro:
«We can cook and fight for our rights at the same time.»
Lo mismo pasó con Emilia Pardo Bazán en España, quien en 1913 publicó La cocina española antigua, demostrando que la gastronomía no era solo «cosa de mujeres», sino de quien quisiera aprender y disfrutarla.
Cocinar es poder
Actualmente, cocinar es sinónimo de independencia. Si no sabes cocinar, dependes de otros para algo tan básico como alimentarte. And that’s not very feminist, is it?
María Arranz, autora del ensayo El delantal y la maza, dice que la cocina puede ser un espacio de empoderamiento cuando la decisión de cocinar es propia. Mientras que Laura Baena, de Malasmadres, critica la idea de que la «buena madre/esposa/mujer» tiene que saber cocinar por obligación.
It’s all about choice. Si cocinas porque te hace feliz, cool. Si no te gusta, también cool. Pero no saber cocinar porque «es machista» es como negarte a aprender a manejar, porque antes las mujeres no podían conducir. Makes no sense, right?
Aprende a cocinar, pero por ti
Desde luego, feminismo no es rechazar la cocina, es rechazar la imposición de roles. Y cocinar no te hace más ni menos feminista. Lo que importa es que lo hagas porque quieres, no porque «te toca».
Así que la próxima vez que alguien te diga «no cocino porque soy feminista», podrías responder algo así: «Yo simplemente lo hago porque me gusta». Punto.