Te cuento algo. Hace unas semanas, estaba en el supermercado y vi una bolsa de galletas con la etiqueta “artesanal” en letras doradas, con un empaque rústico que parecía sacado de una panadería de pueblo. Me imaginé a un abuelo horneándolas con amor, en un horno de piedra. Hasta que leí los ingredientes. Resultó ser básicamente lo mismo que cualquier galleta industrial, pero con un precio el doble de alto. Me sentí un poco estafada, la verdad.
Esto me hizo pensar cuántas veces hemos pagado más por productos solo porque llevan etiquetas como organic, gluten-free o handcrafted. Claramente, nos venden la idea de que son más saludables o especiales, pero ¿es realmente así o es puro marketing?
La reputación tras lo orgánico
Desde luego, el término «orgánico» tiene buena reputación. Lo asociamos con alimentos más naturales, sin pesticidas ni químicos dañinos. Y sí, en algunos casos esto es cierto, pero ¿significa que los productos orgánicos son más nutritivos? No necesariamente.
Según The American Journal of Clinical Nutrition, no hay evidencia concluyente de que los alimentos orgánicos tengan más vitaminas o minerales que los convencionales. Marion Nestle, profesora de nutrición en la Universidad de Nueva York, lo dijo claro en una entrevista con The New York Times:
“La gente piensa que ‘orgánico’ es sinónimo de saludable, pero no necesariamente es así”.
Además, la industria de lo orgánico es un negocio multimillonario. En 2016, EE. UU. tenía el 43 % del mercado global de productos orgánicos, según la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM, por sus siglas en inglés). Sí, los orgánicos pueden ser mejores para el medio ambiente, pero muchas veces lo que pagamos es más por la etiqueta que por un beneficio real en nuestra salud.
El boom del sin gluten
Aquí va otro ejemplo. Hace poco, un amigo me dijo que había dejado el gluten, porque quería llevar una dieta más saludable. Le pregunté si tenía celiaquía o alguna intolerancia y me dijo que no, pero que “le habían dicho” que era mejor.
Este es un caso típico del gluten-free hype. Para las personas con enfermedad celíaca, eliminar el gluten es esencial. Pero para la mayoría, no hay ninguna ventaja. Según Harvard Health Publishing, no hay evidencia de que eliminar el gluten ayude a perder peso o a mejorar la salud en general. De hecho, muchos productos gluten-free tienen más azúcar y grasas para compensar la textura y el sabor.
El Dr. Daniel A. Leffler, del Centro de Enfermedad Celíaca de Harvard, advierte:
«Las personas que evitan el gluten pueden terminar consumiendo menos fibra y otros nutrientes importantes”. Así que si no eres celíaco, probablemente estés gastando más dinero sin ninguna razón real».
El engaño de lo artesanal
Lo handcrafted o artesanal suena a calidad, ¿no? Como algo hecho con cariño y a mano. Pero en muchos casos, es puro marketing.
En España, un artículo de El País analizó productos etiquetados como “artesanales” y descubrió que algunos eran prácticamente iguales a los industriales. El maestro chocolatero Enric Rovira lo resumió perfectamente:
“Lo artesanal se ha convertido en un reclamo comercial más que en una garantía de calidad”.
Si un pan artesanal viene de una fábrica que produce miles al día, ¿realmente es artesanal? Of course not, my friend.
El poder del marketing
Aquí está la clave: no es solo que las empresas usen estos términos para vender más, sino que nuestro cerebro también juega en su equipo.
Un estudio publicado en el Journal of Consumer Research encontró que cuando un producto tiene una etiqueta como “orgánico” o “sin gluten”, los consumidores lo perciben como más saludable, aunque no lo sea. A esto se le llama el health halo effect: la creencia de que algo es bueno solo por cómo lo presentan.
Confieso que he caído. De hecho, creo que nos pasa con todo. Un empaque verde parece más saludable que uno rojo. Un yogur con la palabra “natural” nos parece mejor, aunque tenga la misma cantidad de azúcar que uno normal. Es un truco sutil, pero efectivo.
¿Estamos pagando más por una ilusión?
La respuesta corta es: muchas veces, sí.
No digo que los productos orgánicos, sin gluten o artesanales sean malos. Muchos tienen beneficios reales. Pero lo que sí digo es que, como consumidores, tenemos que cuestionar lo que compramos.
Antes de pagar el doble por un pan “artesanal”, lee los ingredientes. Antes de elegir una versión gluten-free, pregúntate si realmente lo necesitas. Y antes de asumir que lo orgánico siempre es mejor, investiga.
Al final del día, lo importante es saber qué estamos comprando. No dejemos que el marketing nos venda humo con etiquetas bonitas y precios inflados. Porque lo saludable no siempre está en el empaque, sino en nuestras decisiones.