La primera vez que probé la crema catalana fue hace 20 años, cuando vivía en Barcelona (BCN). Siempre que iba a un restaurante, aprovechaba y la pedía para sellar la cena con broche de oro. Eso de mezclar en cada bocado la parte cremosa con la crujiente, era algo inmejorable. Bueno, lo es, porque, a día de hoy, sigue siendo una de mis golosinas favoritas.
En Estados Unidos, es bastante frecuente encontrarla en el menú de ciertos restaurantes. Incluso, a veces el propio chef pastelero termina el plato delante de uno, tal como sucede en algunos sitios de BCN. Realmente, me encanta ver cómo caramelizan el azúcar rociado en la crema; crema que me recuerda a nuestra no menos exquisita natilla cubana.
Ingredientes de la crema catalana
La base del platillo catalán radica en una preparación que incluye leche, maicena, yemas de huevo, cáscara de limón, azúcar y canela. Con esos ingredientes, se elabora la parte blanda del postre, mientras que con una capa extra de azúcar, y mediante un soplete, se hace la crujiente.
Como en casa preparamos natilla con frecuencia, una vez se me ocurrió hacer mi propia crema catalana. Total, ya tenía la base hecha; sólo faltaba rociarla con el azúcar y quemarlo. El problema vino cuando me di cuenta de que no tenía un soplete. Rápido busqué opciones en Internet y descubrí que también podemos hacerlo con la ayuda del grill del horno.
Sin pensarlo dos veces, coloqué la crema ya fría en unos cuencos, les rocié azúcar y los puse cerquita del grill una vez que estuvo bien caliente. Como era de esperarse, el azúcar se caramelizó enseguida. Había nacido otro platillo casero, el mismo que desapareció rapidísimo, ya que todo el mundo lo estaba esperando.
Desde ese día, a cada rato lo preparo, tanto en su versión original como en una que agrega zumo y ruedas de naranja. Es decir, el jugo se combina con la leche y las rodajas se colocan al final, encima del azúcar quemado. Por cierto, en BCN, a la crema catalana también se le conoce como “quemada”.
Otras alternativas para su elaboración son las que incluyen calabaza, melón y fresas, opciones ya incluidas en mi agenta de recetas pendientes. Seguro lo intento pronto, porque, en verdad, a este platillo catalán no hay quién se le resista: basta con servirlo y se “esfuma” en un plis plas. Y tú, ¿ya has disfrutado de esta delicia?