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Pollo hawaiano: un viaje de sabores exóticos

El pollo hawaiano, con su mezcla de dulzura y salinidad, es simplemente irresistible, así que tienes que probar esta delicia tropical.
Por Migdalis Pérez

Por Migdalis Pérez

Si hay algo que nos encanta en casa, es la comida exótica, por tanto, la gastronomía hawaiana es de nuestras favoritas. Supongo que el secreto está en su armoniosa combinación de sabores dulces y salados, con ingredientes que evocan el paraíso tropical en cada bocado.

Entre todos los platos que hemos probado, hay uno que se ha convertido en un clásico en nuestra mesa: el pollo hawaiano. Su irresistible mezcla de pollo jugoso, piña caramelizada, y el toque salado del bacón y el jamón lo hacen una explosión de sabor que siempre deja a todos con ganas de más.

Un encuentro con la cocina hawaiana

La primera vez que lo probamos fue poco después de mudarnos a Estados Unidos. Recibimos la visita de una amiga cubana que llevaba años viviendo en Honolulú, y en su maleta no solo traía regalos; también traía recetas memorables. Como buena anfitriona, me tocó conseguir todos los ingredientes para el platillo estrella que nos prometió: pollo, jamón York, bacón, queso rallado, piña en trozos y en zumo, caldo de pollo, maicena y tomate frito.

Mi mamá y yo, que somos amantes de los platos exóticos, no nos perdimos ni un solo detalle de la preparación. Y aquí te comparto el paso a paso para que te animes a hacerlo en casa.

El arte de preparar un pollo hawaiano perfecto

Nuestra amiga comenzó fileteando las pechugas en cortes bien finos, explicando que de esta forma la carne se cocina de manera uniforme y absorbe mejor los sabores. Luego, las salpimentó y untó con tomate frito, creando la base perfecta para recibir el resto de los ingredientes.

Encima de cada filete colocó una lonja de jamón, espolvoreó queso rallado y añadió unos daditos de piña. ¿El toque maestro? Enrollar los filetes y envolverlos con bacón, asegurándolos con palillos para que mantuvieran su forma.

En una sartén con un poco de aceite de oliva, selló los rollos hasta que el bacón quedó doradito y crujiente. Después, vertió el zumo de piña y una parte del caldo de pollo, dejando que todo se cocinara a fuego medio durante 15 minutos. Mientras tanto, con la otra parte del caldo disolvió la maicena, asegurándose de que no quedaran grumos. Luego, la incorporó a la salsa para espesarla y darle ese toque aterciopelado que hace que cada bocado se deshaga en la boca.

El toque final y el momento de disfrutar

Cuando el pollo estuvo listo, lo cortó en rodajas y lo sirvió bañado en la deliciosa salsa que se había formado. Lo acompañamos con un arroz blanco esponjoso y una ensalada fresca, y el resultado fue simplemente espectacular.

Desde entonces, esta receta se ha convertido en una de mis favoritas. Es de esas preparaciones que sorprenden en cualquier ocasión, ya sea una cena especial o un almuerzo de domingo en familia. Y lo mejor es que puedes adaptarla según tu gusto: añadirle un toque de miel para intensificar su dulzura o un toque de picante para los más atrevidos.

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